Al fotógrafo Ronn Murray le gusta el clima frío. «Frío significa cielos claros —explica—, ¡y eso puede abrir una ventana a lo maravilloso!».

Ronn ofrece excursiones fotográficas en Alaska para rastrear el show de luces más espectacular de la tierra: las auroras boreales. Se refiere a la experiencia como algo «muy espiritual». Si alguna viste este despliegue iridiscente en los cielos, entenderás la razón. Pero estas luces no son solo un fenómeno del hemisferio norte. Las auroras australes, casi idénticas a las boreales, ocurren simultáneamente en el sur.

Al relatar la historia de la Navidad, Juan pasa por alto el establo y los pastores, y va directamente al que «era la luz de los hombres» (Juan 1:4). Más tarde, cuando escribe sobre una ciudad celestial, describe la fuente de su luz: «La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera» (Apocalipsis 21:23). Esta luz es Jesús, la misma mencionada en Juan 1. Y para los que habiten en esa morada futura, «no habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará» (22:5).

Cuando nuestras vidas reflejan a la Luz del mundo, abrimos una ventana al verdaderamente maravilloso.

De: Tim Gustafson