Durante un viaje misionero de corto plazo a Brasil, ayudamos a construir una iglesia en la selva amazónica. Sobre el cimiento, ya colocado, armamos las partes del edificio, como un juego LEGO gigante: columnas, paredes de concreto, ventanas, vigas de acero para el techo, con tejas encima. Después pintamos las paredes.
Algunos estaban preocupados preguntándose si podrían construirla durante la temporada de los monzones, pero, por la gracia de Dios, la lluvia intensa no llegó. Con la ayuda de algunos nativos y a pesar de los obstáculos, completamos el trabajo en tiempo récord.
Cuando Nehemías y los israelitas volvieron del exilio para reconstruir los muros de Jerusalén, enfrentaron muchos obstáculos. Sus enemigos se enfurecieron y los insultaron (Nehemías 4:1-3), pero Nehemías oró y mantuvo junto al pueblo: «Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar» (v. 6). Ante la amenaza del enemigo, oraron e hicieron guardia mientras trabajaban (vv. 7-23), y reconstruyeron el muro en 52 días.
A veces, enfrentamos tareas abrumadoras, y los obstáculos pueden desanimar a nuestros hermanos en Cristo, pero esos momentos pueden ser victoriosos con la ayuda de Dios.