El otro día, paré detrás de un auto en un semáforo en rojo y observé una pegatina que anunciaba: «Nuevo conductor. Por favor, tenga paciencia». Dada la agresividad al volante que experimentamos, es un buen recordatorio para tener paciencia con los demás conductores.
Mientras miraba la pegatina, me pregunté qué pasaría si la gente llevara otros carteles: «Padre primerizo» o «Nuevo cristiano». Si supiéramos por lo que están pasando los demás, ¿seríamos más pacientes y los ayudaríamos?
Tal vez vayamos por la vida apresurados, tratando de evitar interrupciones, pero consideremos cómo trataba Jesús a la gente. Él no tenía prisa. Tenía compasión y se tomaba el tiempo para consolar, enseñar y mostrar amor a los que encontraba.
Como creyentes en Jesús, estamos llamados a andar «como es digno de la vocación con que [fuimos] llamados» (Efesios 4:1). El apóstol Pablo dice que eso incluye mostrar «toda humildad y mansedumbre, [soportándonos] con paciencia los unos a los otros en amor» (v. 2); y hacer todo lo posible por vivir en paz y unidad unos con otros (v. 3).
Tal vez no sepamos a qué retos se enfrentan las personas, pero podemos ser pacientes con ellas. Seamos una expresión del amor de Jesús para todos los que encontramos en nuestro andar diario.
De: Nancy Gavilanes