Un cliente de viajes compartidos contó que había tenido que soportar a un conductor que comía la fruta más hedionda del mundo, otro que se peleaba con su novia, y otro que trató de hacerlo invertir en un esquema Ponzi. En cada caso, en lugar de calificarlos mal, les otorgó cinco estrellas. Explicó: «Todos parecían agradables. No quería que los despidieran por mis malas calificaciones». Hizo reseñas falsas, ocultando la verdad a los conductores… y a los demás.

Por diferentes razones, podemos privar a otros de la verdad. Pero Pablo alentó a los creyentes efesios a hablar la verdad con amor unos a otros, como nuevas criaturas en Cristo. Eso requería cultivar hábitos de «justicia y santidad» (Efesios 4:24): vidas apartadas para Dios y que reflejaban sus formas. Tenían que reemplazar la mentira con la verdad, porque las mentiras dividen, mientras que la verdad nos une como creyentes. Escribió: «desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros» (v. 25).

Jesús nos llena de valor para no mentir y otorgarnos «calificaciones falsas» unos a otros; cosas que pueden estorbar nuestra unidad. Vivir en amor nos guiará a compartir la verdad con benignidad y misericordia (v. 32).

De:  Marvin Williams