Cuando unos donantes anónimos le regalaron 10.000 dólares a Lydia, gastó poco en ella misma. Les hizo regalos generosos a colegas, familiares, víctimas de inundaciones y obras de caridad. Sin que lo supiera, Lydia formaba parte de un estudio que investigaba cómo reaccionaban 200 personas a ese regalo sin condiciones. Se descubrió que más de dos tercios del dinero lo dieron a otros. Reflexionando en esto, Chris Anderson, líder de la organización sin fines de lucro TED, dijo: «Resulta ser que […] los seres humanos estamos hechos para responder a la generosidad con generosidad».
Las Escrituras revelan que, cuando las personas son generosas, reflejan el corazón de Dios que las hizo. Dios es generoso, misericordioso y bueno, no solo con algunos sino con todos; incluso con los «ingratos y malos» (Lucas 6:35). Por eso, Jesús instruyó a los que desean reflejar el carácter de Dios a amar, hacer bien y prestar incluso a los enemigos, «no esperando de ello nada» (vv. 32-35).
Cuando demos sin esperar nada a cambio, descubriremos que esa forma de vida nunca nos perjudica. Jesús también señaló esto al decir: «Dad, y se os dará; […] con la misma medida con que medís, os volverán a medir» (v. 38). Cuando respondemos a la generosidad de Dios siendo generosos, seremos enriquecidos de muchas maneras.
De: Monica La Rose