Con una audiencia mundial estimada en miles de millones, el funeral de la reina Isabel II fue posiblemente lo más visto en los medios de comunicación en la historia. Un millón de personas se alinearon por las calles de Londres ese día, y 250.000 hicieron fila esa semana para ver su féretro. Una histórica asistencia de 500 reyes, reinas, presidentes y otros jefes de estado fue a honrar a una mujer famosa por su fortaleza y carácter.
Mientras el mundo fijaba su mirada en Gran Bretaña y su reina que partía, mis pensamientos giraron hacia otro evento: un retorno real. Viene un día en que las naciones se reunirán para honrar a un Monarca mucho más grandioso (Isaías 45:20-22). Un líder de carácter y fuerza (v. 24) ante el cual «se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua» (v. 23); incluso los líderes mundiales, que lo honrarán, guiarán a las naciones a andar en su luz (Apocalipsis 21:24, 26). No todos recibirán bien la llegada de este Monarca, pero los que lo hagan disfrutarán de su reino para siempre (Isaías 45:24-25).
Así como el mundo se reunió para ver partir a una reina, un día verá el regreso definitivo de su Rey. ¡Qué día maravilloso será cuando todos y cada uno, en el cielo y en la tierra, se inclinen ante Jesucristo y lo reconozcan como Señor (Filipenses 2:10-11)!
De: Sheridan Voysey