Un año, acepté cantar en un evento deportivo de mi hijo. Cuando entré en el campo con los equipos alineados a ambos lados, cerré los ojos y oré. Después de cantar los primeros versos, me quedé paralizada. En ese momento, no podía recordar la siguiente línea. Un hombre detrás de mí susurró las palabras que había olvidado. En cuanto oí el útil recordatorio, canté el resto de la letra con confianza.

Todos necesitamos un poco de ayuda a veces. En Juan 14, Jesús explicó que lo amamos obedeciéndole (v. 15), y prometió pedir al Padre que nos diera un Ayudador: «el Espíritu de verdad» (v. 17). Jesús dijo: «El mundo no puede [recibirlo], porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros» (v. 17). Aunque Jesús enseñó mucho a los discípulos mientras estuvo con ellos (v. 25), dijo: «el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho» (v. 26).

Cuando leemos la Biblia en oración, el Espíritu Santo nos ayuda a comprender, interpretar y aplicar la sabiduría de Dios. Su guía siempre se alinea con las Escrituras, guiándonos, consolándonos y transformándonos en amor, un recordatorio útil a la vez.

De: Xochitl Dixon