Un incendio quemó por completo la Iglesia Bautista Balsora. Cuando los trabajadores de emergencias y los miembros de la congregación se reunieron tras apagarse el fuego, los sorprendió ver una cruz carbonizada que había quedado en pie en medio del humo y las cenizas. Un bombero comentó: «El fuego atacó la estructura pero no la cruz. [Esto recuerda] que el edificio era solo eso, un edificio. La iglesia es la congregación».
La iglesia no es un edificio sino una comunidad unida por la cruz de Cristo; Aquel que murió, fue sepultado y resucitó. Cuando Jesús vivió en la tierra, le dijo a Pedro que Él edificaría su iglesia mundial y que nada la destruiría (Mateo 16:18). Jesús reuniría a creyentes de todo el mundo para formar un grupo que trascendería el tiempo. Esa comunidad enfrentaría grandes dificultades, pero finalmente permanecería. Dios moraría en ellos y los sustentaría (Efesios 2:22).
Cuando luchamos para establecer iglesias locales que lo único que hacen es estancarse, cuando los edificios se destruyen o cuando nos preocupa que los creyentes luchen en otras partes del mundo, podemos recordar que Jesús está vivo y capacitando al pueblo de Dios para perseverar. Somos parte de la iglesia que Él está edificando hoy. Su cruz permanece.
De: Jennifer Benson Schuldt