Como mencionamos al inicio de este mes, el apóstol Pablo escribió su epístola a los Filipenses desde una celda de prisión. Aunque su situación era grave, disponía de verdadera tranquilidad interior. Pablo sabía que entregar sus preocupaciones a Dios resultaría en la paz “que sobrepasa todo entendimiento” (Fil 4.7).
Desde una perspectiva humana, tener un espíritu tranquilo en una tormenta de problemas no tiene sentido. Se “supone” que debemos ponernos ansiosos; es normal. Pero nuestro Dios es sobrenatural, y vive en nosotros por medio del Espíritu Santo, por lo que podemos permanecer en paz.
No importa qué circunstancias puedan desafiar nuestra fe, la paz fundamentada en Cristo no puede ser quebrantada. Con la mano omnipotente del Padre celestial protegiéndonos y proveyendo para nosotros, ¿qué razón tenemos para perder la paz? Debemos mantener nuestros ojos y nuestra fe enfocados en el Señor. Como escribe Isaías: “Tú guardarás en completa paz a aquel \cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Is 26.3).
Vivimos en un mundo lleno de conflictos y angustias. Es fácil obsesionarse con una situación y con cómo ha perturbado nuestra vida. Pero la paz viene de elegir confiar en que Dios traerá una resolución en su tiempo y a su manera.
BIBLIA EN UN AÑO: GÁLATAS 4-6