Cuatro de nosotros recorrimos a pie el hermoso desfiladero de Watkins Glen, en Nueva York. Contemplamos maravillados cascadas y acantilados de sesenta metros. Cuando nos acercábamos a la cima, un excursionista que bajaba nos dijo: «Solo quedan 10 de los 832 escalones». Quizá fue mejor no haber sabido lo difícil que iba a ser el camino, porque nos habríamos detenido y perdido toda esa belleza.
El viaje de la vida también tiene etapas difíciles. Jesús y Pablo advirtieron a los creyentes sobre los problemas y la persecución (Juan 16:33; 2 Timoteo 3:12), y esto requiere cierta perspectiva. Santiago dijo: «tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas» (Santiago 1:2). ¿Por qué sumo gozo en lugar de suma agonía? Dios sabe y nosotros sabemos «que la prueba de [nuestra] fe produce paciencia» (v. 3). Pero ¿con qué fin? Para que seamos «perfectos y cabales, sin que [nos] falte cosa alguna» (v. 4).
Si nos detenemos y miramos, a pesar del dolor, podremos ver la hermosa fuerza de carácter que Dios está produciendo en nosotros y en los que nos rodean. Y aprenderemos a apreciar la verdad de que, un día, recibiremos «la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman» (v. 12). Sigamos escalando juntos.
De: Anne Cetas