Julie y su marido sintieron tristeza y remordimiento cuando se enteraron de que su hija había robado en varias tiendas. Pero con la ayuda de Dios, la perdonaron y la ayudaron a reparar el daño y a recibir terapia. Algunos meses después de la revelación, cuando su hija hizo un comentario fuera de lugar acerca de que ya no podían confiar en ella, Julie se preguntó: ¿Qué querrá decir? No pensó inmediatamente en la ofensa de su hija porque Dios le había quitado el escozor de la mente. Le había pedido a Dios que la ayudara a perdonar.

En ese momento, Dios le dio a Julie una muestra de su bondad y gracia al experimentar el amor que Él extiende a su pueblo. Dios dijo a su pueblo que no se acordara de «las cosas pasadas», porque Él estaba haciendo «cosa nueva» (Isaías 43:18-19). También hizo la hermosa declaración: «Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré más de tus pecados» (v. 25). Dios podría decidir acordarse de nuestros pecados, pero debido a su amor y misericordia, no lo hace. Cuando nos arrepentimos, limpia nuestro registro.

Aunque las ofensas perdonadas puedan tener un impacto negativo en nuestra vida y en la de los demás, Dios nunca las tendrá en cuenta contra nosotros. Nos envolverá en su misericordia y su gracia.

De: Amy Boucher Pye