La definición de consuelo del mundo es el alivio del sufrimiento o de la desesperación. Pero Dios tiene una visión diferente: es una herramienta de enseñanza. Debido a que maduramos espiritualmente cuando ejercitamos la fe, nuestro Padre celestial no quita nuestros problemas, sino que nos da el aliento y las fuerzas para superarlos.
Dios envió su Espíritu para morar dentro de todos los que creen, y de esa manera nuestra fuente de ayuda está tan cerca como nuestro corazón. Cuando enfrentamos aflicciones y sentimos que no podemos soportar, Él susurra a nuestra alma: “Sí, puedes, porque yo estoy aquí”. No hay ningún bálsamo tan sanador como la voz del Espíritu de Dios.
En algunas circunstancias, el Espíritu dirige nuestra mente a un pasaje de la Biblia. Leer la Palabra de Dios es una manera de escucharlo. El significado y la aplicación personal de un pasaje pueden no ser evidentes de inmediato, pero Dios traerá el versículo a la mente en el momento en que más se necesite.
Cuando recibimos a Cristo, somos sellados como hijos de Dios. El Señor nos promete: “No te desampararé, ni te dejaré” (He 13.5). Él caminará a nuestro lado en cada prueba, y como Él es omnipresente, siempre está disponible para ayudarnos y consolarnos.
Biblia en un año: EZEQUIEL 46-48