En Facebook, me apareció un recuerdo de una foto de mi victoriosa hijita de cinco años cuando ganó un divertido juego de Escaleras y Toboganes. Había etiquetado a mis hermanos en la publicación porque solíamos jugarlo cuando éramos niños. Se basa en un juego que se ha jugado durante siglos, que enseña a contar y genera el entusiasmo de poder subir una escalera hasta llegar lo más rápido posible al 100. Pero ¡cuidado! Si aterrizas en el lugar 98, te deslizas por el tobogán, lo cual retrasa —o incluso impide— alcanzar la victoria.
¿No se parece a la vida? Con amor, Jesús nos preparó para nuestros altibajos diarios. Dijo que experimentaríamos «aflicción» (Juan 16:33), pero también compartió un mensaje de paz. Las pruebas que enfrentamos no deben sacudirnos. ¿Por qué? ¡Porque Cristo ha vencido al mundo! Nada excede a su poder; por eso, nosotros también podemos enfrentar cualquier cosa que se interponga en nuestro camino con el «poder de su fuerza» que pone a nuestra disposición (Efesios 1:19).
Tal como en Escaleras y Toboganes, a veces la vida presenta una escalera que nos permite subir alegremente, y otras veces, bajamos tambaleando por un tobogán resbaladizo. Pero no hay por qué jugar el juego de la vida sin esperanza, ya que tenemos el poder de Jesús que nos ayuda a superar todo.
De: Katara Patton