Ayer analizamos tres provisiones con las que los creyentes pueden contar durante la adversidad: la presencia de Dios, un camino en medio de los problemas y el potencial para crecer. Hoy exploremos dos más.
1. Protección. Dios no siempre libra a los creyentes de la angustia o la desilusión. Detener las tormentas puede ser nuestro objetivo, pero desde la perspectiva del Señor, la adversidad puede ser necesaria para ayudarnos a crecer espiritualmente. Sin embargo, el Padre celestial ofrece protección al permanecer con nosotros en la lucha. Además, tenemos la seguridad de que nada nos puede separar de su amor (Ro 8.38, 39).
2. Paz. Si bien las dificultades causan ansiedad a muchas personas, la paz de Dios está a nuestro alcance. Esta serenidad no depende de las circunstancias. Más bien, es el resultado de nuestra relación con Él.
Al reconocer la provisión del Señor durante las pruebas, podemos expresar genuina gratitud. Hacerlo nos permitirá fijar nuestros ojos en Él en vez de hacerlo en nuestras circunstancias. Aunque muchas veces no conocemos el propósito de cada prueba a la que nos enfrentamos, sí sabemos que Dios es confiable y bueno, y no desperdiciará nuestro sufrimiento.
Biblia en un año: AMÓS 5-9