En 1921, Sam Rodia comenzó a construir las Torres Watts. Después de 33 años, 17 esculturas se elevan 30 metros sobre Los Ángeles. El músico Jerry García menospreció la obra de Rodia, diciendo: «Esa es la recompensa. Lo que existe después de que uno muere». Y agregó: «Vaya, eso no es para mí».
Entonces, ¿qué era la recompensa para Él? Su compañero de banda, Bob Weir, resumió su filosofía: «En la eternidad no se recordará nada de uno. Así que, ¿por qué no simplemente divertirse?».
Una vez, un hombre rico y sabio trató de encontrar la «recompensa» haciendo todo lo que podía. Escribió: «Dije yo en mi corazón: […] te probaré con alegría, y gozarás de bienes» (Eclesiastés 2:1). Pero señaló: «ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre» (v. 16). Y concluyó: «la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa» (v. 17).
La vida y el mensaje de Jesús contrarrestan radicalmente tal existencia cortoplacista. Él vino a darnos «vida […] en abundancia» (Juan 10:10) y enseñarnos a vivir en vista de la siguiente. «No os hagáis tesoros en la tierra […]; sino haceos tesoros en el cielo», dijo (Mateo 6:19-20). Y resumió: «buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (v. 33).
Esta es la recompensa, tanto bajo el sol como más allá.
De: Tim Gustafson