Nuestro Padre celestial está interesado en cada detalle de nuestra vida. Si queremos que Él obre en un área en particular (relaciones, finanzas, vocación, hábitos o cualquier otra cosa) debemos estar dispuestos a entregarle lo que nos pida.
Puede que creamos que no tenemos apegos que se interpongan entre nosotros y el Señor, pero Él conoce nuestro corazón. Pídale que le guíe y le ayude a llegar a una situación en la que pueda decir: “Señor, si eso es lo que deseas, te lo entrego. Tienes el derecho de reclamarlo, así que es tuyo ahora mismo”.
Es difícil ser obediente sin reservas si nos aferramos con demasiada fuerza a algo. El Señor quiere que estemos consagrados exclusivamente a Él. Puede que usted tenga multitud de cosas con las que Dios le ha bendecido, pero en el momento en que alguna de ellas le controle, su obra en su vida se verá bloqueada. Pero cuando abra sus manos, sin aferrarse a nada, el poder del Espíritu Santo fluirá sin impedimentos por medio de usted. Entonces podrá experimentar libertad.
¿Hay algo a lo que sienta que nunca podría renunciar? Considere seriamente si eso le mantiene cautivo (Ro 6.19-23). Entregue esa relación, posesión o situación al Señor ahora mismo para que Él pueda darle la libertad que ha estado anhelando.
Biblia en un año: JONÁS 1-4