La mayoría de la gente nunca oyó sobre Kate Hankey, pero fue una mujer notable. Maestra, evangelista, organizadora escolar, misionera y poeta, sirvió fielmente a Jesús en la Inglaterra del siglo xix. En 1867, contrajo una grave enfermedad. Mientras se recuperaba, escribió un extenso poema en dos partes: «La historia deseada» y «La historia contada», donde expresa de una forma muy personal su relación con Jesús y los acontecimientos de su vida.

Toda la Escritura apunta a Jesús y relata su historia. Juan comienza su epístola recordándoles a sus lectores la experiencia personal de ellos con Jesús y su resultado: «Lo que […] hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida, […] testificamos» (1 Juan 1:1-2). Luego, Juan hace un comentario fascinante: «la palabra de Dios permanece en vosotros» (2:14). Es decir: la historia de Jesús es también nuestra historia. Se nos llama a contar la historia de Cristo a la luz de nuestra propia experiencia con Él.

Esto hizo Kate Hankey en su poema, que finalmente se plasmó en estos amados himnos: «Grato es decir la historia» y «Dime la antigua historia». Como Kate, podríamos encontrar nuestras propias palabras y compartir con otros nuestra historia con Jesús: cómo nos amó y nos rescató.

De: Kenneth Petersen