La mayoría de la gente conoce a los hermanos Wright —Orville y Wilbur—, que inventaron, construyeron y pilotaron con éxito el primer avión a principios del siglo xx. Pero pocos conocen el nombre Katherine Wright. Sin embargo, ella fue esencial para el éxito de la máquina voladora. Mientras sus hermanos se concentraban en los detalles y experimentos que condujeron a su invento, Katherine los ayudó en silencio y con cariño. Mantuvo su tienda de bicicletas (la fuente de ingresos de los hermanos), dejó su trabajo de profesora para atender a Orville tras un accidente aéreo y manejó la creciente fama de sus hermanos.

El valor del apoyo de los demás también se aprecia en las Escrituras. Un ejemplo es Febe, mencionada por Pablo como que «ha ayudado a muchos» (Romanos 16:2). Y Priscila y Aquila fueron anfitriones de iglesias donde Pablo ministró, e incluso «expusieron su vida» por él (v. 4). Además, el apóstol elogió a Marcos, diciendo que le fue «útil para el ministerio» (2 Timoteo 4:11).

Podemos ser buenos hermanos en Cristo sirviendo a los demás. La obra de Dios necesita ayudantes guiados por Él para servir de esta manera: «Con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo» (Filipenses 2:3).

De: Dave Branon