Vivir en este mundo caído puede desafiar nuestra fe en la bondad de Dios. El dolor y el sufrimiento que resultaron del pecado de Adán y Eva pueden nublar nuestra comprensión del Señor. ¿Por qué no siempre soluciona nuestros problemas y nos da lo que anhelamos?
Cuando Eva escuchó las mentiras de la serpiente en el huerto del Edén, comenzó a dudar de Dios. ¿Por qué la privaría Él de la sabiduría y del disfrute de un alimento que parecía tan deseable? Nuestros pensamientos son similares a los de Eva cuando no estamos de acuerdo con lo que nuestro Padre celestial dice ser mejor para nosotros. Desde una perspectiva humana, “bueno” se refiere a lo que es agradable, cómodo o provechoso. Pero Dios tiene un estándar mucho más alto y siempre está trabajando para cultivar un carácter semejante al de Cristo en sus hijos.
Detrás de cada restricción o mandamiento que nuestro Padre nos da, está su cuidado por sus hijos. Él conoce las consecuencias del pecado y quiere protegernos.
Adán y Eva aprendieron a través de la desobediencia que Dios sabe qué es lo mejor. Cada día tenemos la oportunidad de descubrir su bondad al escuchar su voz, al obedecer sus mandamientos y al confiar en su sabiduría. Pase lo que pase, podemos saber que Él está obrando para nuestro bien temporal y eterno (Ro 8.28).
BIBLIA EN UN AÑO: 1 TESALONICENSES 1-5