En la Biblia se le da diferentes nombres a Jesucristo: Mesías, Señor, Cristo, Rabí, Maestro, pero el que quizás sea menos familiar para el mundo moderno es el Cordero de Dios. La mayoría de nosotros tenemos un entendimiento limitado de la historia y cultura del pueblo judío, por lo que puede que no comprendamos esta designación. Sin embargo, los israelitas de esa época entendían su significado: los corderos eran para sacrificio.
Dios siempre ha tratado con el pecado por medio de sacrificios. Por ejemplo, cuando Adán y Eva pecaron, un animal fue sacrificado para cubrir su desnudez y vergüenza (Gn 3.21). Más tarde, en la primera Pascua, cada casa cubrió el umbral de la puerta con sangre sacrificial (Ex 12.1-7). Después, se sacrificaba un chivo para la expiación de toda la nación (Lv 16.15). Más tarde, en Juan 1.29, vemos el sacrificio supremo: el Cordero que quita los pecados del mundo.
Así como animales inocentes murieron en lugar de los culpables, Cristo dio su vida por la humanidad pecadora. Asumió la responsabilidad por todos nuestros pecados y tomó el castigo que merecíamos. Mientras colgaba en la cruz, el juicio y la ira de Dios fueron derramados sobre Él en vez de sobre nosotros. Alabemos y demos gracias a Él por este regalo.
BIBLIA EN UN AÑO: 1 SAMUEL 30-31