Marcos 11.7-10

La gente no se daba cuenta del significado de sus palabras: “¡Hosanna al Hijo de David!”, gritaban mientras el Señor Jesús pasaba. “Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mt 21.9).

Conocemos el día como Domingo de Ramos. Pero para los judíos, era el día de escoger un cordero para el sacrificio anual de la Pascua. Años antes, cuando su pueblo aún era esclavo, Dios advirtió que la muerte estaba en camino para afligir a cada hogar, ya fuera justo o malvado. Sin embargo, Dios les dio una salida: todos los que se refugiaran bajo la sangre de un cordero sin mancha vivirían.

Por eso, durante años, el pueblo de Dios traía sacrificios y oraba, diciendo: sálvanos, por favor, mientras la sangre se derramaba de cada ofrenda. Pero la sangre de toros y corderos no podía purificarlos por completo (He 10.4). El pueblo de Dios estaba cubierto, pero no limpio.

Entonces llegó aquel Domingo de Ramos, cuando la gente celebraba a un gobernante terrenal que pensaban que rompería el pesado yugo de Roma. Querían libertad. Pero Dios tenía en mente una libertad más hermosa. Su pueblo pensaba que estaban eligiendo a un rey, pero Dios estaba eligiendo al Cordero.

BIBLIA EN UN AÑO: 1 REYES 1-2