Cuando los padres de Abigail murieron en un accidente automovilístico, ella heredó muchas posesiones. También se enteró de que ellos habían arreglado para colocar todo en un fideicomiso. Por el momento, solo podría acceder al dinero suficiente para la cuota de la universidad. El resto llegaría cuando fuera mayor. Abigail estaba frustrada, pero después se dio cuenta de la sabiduría de sus padres al planear esa entrega mesurada.

En Gálatas 4, Pablo usa un ejemplo similar para ilustrar la situación de Israel como herederos del pacto hecho con Abraham. Dios prometió bendecirlo, y la circuncisión era una señal de esa promesa (ver Génesis 17:1-14). Pero la señal no era la promesa. Los descendientes de Abraham esperarían a un futuro descendiente que la cumpliría. Isaac nació, apuntando al nacimiento futuro de un Hijo que redimiría al pueblo de Dios (Gálatas 4:4-5).

Israel, como Abigail, tuvo que esperar «hasta el tiempo señalado por el padre» (v. 2). A su debido tiempo, Israel tomaría posesión plena de la herencia, que se cumpliría con la muerte, sepultura y resurrección de Jesús. El que pone su fe en Él, ya no es esclavo, «sino hijo» (v. 7). Un nuevo pacto se ha establecido. ¡Tenemos acceso a Dios! Podemos llamarlo «Abba, Padre» (v. 6).

De:  Matt Lucas