Reflexionando sobre por qué la gente tiende a estar totalmente convencida de tener la razón —aun cuando no la tenga—, la escritora Julia Galef argumenta que eso tiene que ver con una «mentalidad de soldado»: enfocarse en defender lo que uno ya cree frente a lo que se consideran amenazas. Sostiene que una mentalidad más útil es la de un explorador, que no se enfoca primordialmente en eliminar las amenazas sino en buscar la verdad completa: alguien que comprende «con la mayor franqueza y precisión posible lo que realmente existe, aunque no sea bonito, conveniente ni agradable». Las personas con esta perspectiva tienen la humildad de seguir desarrollando su entendimiento.
Su visión trae a la mente el aliento de Santiago a los creyentes, para que adopten una mentalidad similar: ser «pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse» (Santiago 1:19). En lugar de ser movidos por exabruptos, los insta a recordar que el enojo humano no obra la justicia de Dios (v. 20). Solo se puede crecer en sabiduría mediante una sumisión humilde a su gracia (v. 21; ver Tito 2:11-14).
Cuando recordamos que nuestra vida depende de la gracia de Dios, podemos dejar de lado la necesidad de tener razón siempre, y descansar en su guía para vivir y ocuparnos bien de los demás (Santiago 1:25-27).
De: Monica La Rose