Cuando estamos demasiado preocupados para escuchar la voz de Dios, Él puede llamar nuestra atención dándonos un espíritu inquieto. El libro de Ester nos da un maravilloso ejemplo de esto. En el capítulo 6, vemos que al rey Asuero “se le fue el sueño, y dijo que le trajesen el libro de las memorias y crónicas” (Ester 6.1). Como resultado, el rey se enteró de un complot de asesinato en su contra que había sido frustrado por un hombre llamado Mardoqueo.
Sin embargo, lo que el rey no sabía era que Amán, uno de sus asesores reales, había puesto en la mira al héroe que él mismo quería celebrar. Amán no solo había conspirado para colgar a Mardoqueo (Ester 5.14), sino también había planeado matar a todos los judíos. Debido a la petición de Ester (Ester 7.2-4), el rey intervino, salvando no solo a Mardoqueo sino a toda la población judía.
Ahora bien, ¿qué inició este proceso? Fue una noche de inquietud. El rey no sabía por qué no podía dormir, pero nosotros sí: tenía insomnio porque Dios estaba tratando de llamar su atención. El Señor tenía algo importante que decirle a Asuero, y su manera de hacerle llegar el mensaje fue una noche de insomnio.
¿Con qué frecuencia le ha sucedido esto a usted? En esos momentos, pregúntele al Señor: “¿Qué es lo que quieres decirme?”. Descubrirá que Dios puede hablarle y lo hará.
Biblia en un año: MATEO 25-26