Cuando era niño y le preguntaban: «¿Qué quieres ser cuando seas grande?», Ben decía: «Quiero ser como David». Su hermano era deportista, sociable y muy buen alumno. Por el contrario, Ben dice: «Yo era malo para los deportes, tímido y con problemas de aprendizaje. Siempre quería tener una relación cercana con David, pero él no. Me llamaba “el aburrido”».
Ben pasó gran parte de su vida buscando en vano el amor de su hermano mayor. Solo cuando Ben aceptó a Jesús como Salvador aprendió a descansar en el amor del Señor.
Lea, la primera esposa de Jacob, pasó gran parte de su vida procurando que su esposo la amara (Génesis 29:32-35). Sin embargo, Jacob seguía devoto a Raquel. Pero Dios vio la situación de Lea y la compensó por ese rechazo. La bendijo al permitirle ser madre; un gran honor en la cultura de aquel momento (v. 31). La que no era vista ni oída por su esposo fue amorosamente vista y oída por Dios (vv. 32-33). Dio a luz a una hija y seis hijos (35:23), uno de los cuales fue Judá, antepasado de Jesús mismo. Cuando nació Judá, ella dijo: «Esta vez alabaré al Señor» (29:35). Lea vivió una vida larga y fue sepultada en un lugar de honor (49:29-32).
Cuando nos sintamos rechazados, hallemos consuelo en la historia de Lea. Podemos descansar en el amor de Dios, quien compensa lo que nos falta.
De: Karen Huang