El libro de Proverbios tiene mucho que decir sobre las personas perezosas. No piensan más allá del día de hoy (Pr 20.4), se consideran erróneamente sabias (26.16) y están en un camino que conduce a la pobreza (Pr 10.4).
Cuando las personas desarrollan el hábito de la pereza, tienen una tendencia a evitar las tareas que no les gustan. Suelen ofrecer excusas o no buscar aclaraciones cuando una petición no es clara. Por desgracia, las personas que actúan de esta manera a menudo tienen dificultades para reconocer lo que están haciendo mal.
Las personas pueden engañarse a sí mismas e incluso a las demás, pero a Dios no le agradan los esfuerzos mediocres. Él ha preparado un trabajo para nosotros, y espera que lo hagamos de manera concienzuda. El Señor sabe que las consecuencias de la pereza son graves. En el trabajo, existe la posibilidad de correcciones frecuentes e incluso de prueba o despido. En el hogar, el descuido puede causar tensión y frustración, y en un efecto dominó, los niños pueden comenzar a copiar los hábitos de sus padres.
Si usted ya es un trabajador disciplinado pero debe interactuar con personas que no lo son, siga haciendo su trabajo con diligencia y excelencia. Además, ore pidiendo paciencia y sea un ejemplo de Cristo para quienes le rodean (1 T 4.12).
Biblia en un año: MARCOS 1-2