Deje que las palabras de la lectura de hoy se graben en su interior: “poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos” (Ef 3.20). Qué descripción tan asombrosa de la capacidad del Señor para obrar en nosotros. Sin embargo, a menudo nuestro enfoque se centra en lo que queremos que Él haga, es decir, que si cambiara esto o arreglara aquello, entonces nuestra vida sería mejor. Pero Él nos invita a pensar y pedir en grande: ¡Él quiere cambiarnos!
El Espíritu Santo tiene poder para transformar vidas desde adentro hacia afuera, pero el cambio interno suele ser un proceso lento. El fruto espiritual toma tiempo para crecer y madurar. Por eso necesitamos paciencia y fe para creer que Dios está obrando incluso cuando los resultados no sean evidentes.
Dios tiene un propósito, y está trabajando para lograrlo. También tiene un objetivo: conformar a cada creyente a la imagen de su Hijo (Ro 8.29). Para hacerlo, es posible que tenga que hacernos pasar por algunas luchas y angustias. Puede que no tenga sentido para nosotros, pero Dios sabe lo que está haciendo.
¿Qué le gustaría que el Señor hiciera en usted? Cuando lea las Sagradas Escrituras, busque las cualidades que Dios considera preciosas y pídale que las desarrolle en usted.
Biblia en un año: JUAN 1-3