Grietas en la cocina y pisos hundidos indicaban que nuestra casa necesitaba una renovación. Cuando los constructores empezaron a cavar un cimiento nuevo, las cosas se pusieron interesantes: aparecieron platos rotos, botellas de la década de 1850 e incluso cubertería. ¿Habíamos construido arriba de un viejo basurero? Quién sabe… pero como resultado, los ingenieros dijeron que había que cavar más profundo o, si no, se agrietarían las paredes.
Los buenos cimientos hacen que las casas sean fuertes. Lo mismo sucede en nuestra vida. Cuando los israelitas fueron sacudidos por sus enemigos, Isaías oró para que permanecieran fuertes (Isaías 33:2-4). Pero su fuerza no vendría de la valentía ni las armas, sino de edificar sus vidas sobre Dios: «Él será tu cimiento seguro, y te proveerá de una abundante reserva de salvación, sabiduría y conocimiento» (v. 6 NTV). Jesús dijo algo similar cuando enseñó que los que edifican su vida sobre su sabiduría soportarán las tormentas que enfrenten (Mateo 7:24-25).
Una señal segura de que los cimientos de nuestra vida necesitan atención es cuando aparecen grietas como la agresión, las adicciones o los problemas matrimoniales. Buscar seguridad en la sabiduría de este mundo es terreno movedizo, pero edificar sobre Dios nos da su fortaleza y sus tesoros.
De: Sheridan Voysey