En febrero de 2023, el telescopio espacial James Webb hizo otro descubrimiento notorio. Más allá de donde la humanidad había visto previamente, descubrió seis galaxias nuevas. Un astrónomo señaló: «Resulta ser que encontramos algo tan inesperado que genera problemas para la ciencia». Casi defendiéndose, un astrofísico dijo: «No hay nada malo en no saber».
Al parecer, Dios sigue sorprendiéndonos. Mucho antes de la aparición de los telescopios espaciales, el profeta Isaías parece hablarles directamente a los científicos actuales: «¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es el Señor, el cual creó los confines de la tierra?» (Isaías 40:28). Y anticipando las palabras del astrofísico, agrega: el «entendimiento [de Dios] no hay quien lo alcance» (v. 28).
Pero si nos detenemos allí, nos perdemos la belleza de este pasaje. El que es insondable no es impersonal. El que creó esas seis galaxias, y todas las demás (v. 26), es el mismo Dios que «da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas» (v. 29). El Dios del universo es también el Dios personal que ayuda a los que esperan en Él a «[levantar] alas como las águilas» (v. 31). Descansa tranquilo: el Dios inalcanzable es el que conocemos, el que nos alienta con su poder y fortaleza.