Salmo 34.1-8

Una de las primeras verdades que un niño aprende en la escuela dominical es que Dios es bueno. La simplicidad de estas tres palabras oculta la profundidad de un atributo tan notable del Señor. Él es perfecto y santo, lo que significa que solo Él es el estándar de toda justicia. Y dado que la expresión de la bondad del Padre celestial se revela en sus acciones, todo lo que hace es bueno y correcto. Después de todo, Él no puede violar su propia naturaleza.

Dios no cambia (Mal 3.6). Su carácter, no nuestro comportamiento, determina cómo trata con nosotros. Como un Padre celestial amoroso, corrige la desobediencia con disciplina, la cual está diseñada para restaurar nuestra relación con Él (He 12.6).

La bondad del Señor se expresa de muchas maneras. Él es nuestro Creador. Cada respiración nos es dada por Dios. Como nuestro amoroso Pastor, nos cuida y provee para nosotros. Pero la mayor expresión de su bondad es la cruz, donde llevó con amor nuestro pecado para que pudiéramos relacionarnos con Él.

Creer en la bondad de Dios es esencial para nuestra fe. Esta verdad nos llena de alegría en tiempos felices y nos da confianza durante los tiempos difíciles. Cuando no entendamos lo que el Señor está haciendo, podemos confiar en que Él es bueno.

Biblia en un año: ROMANOS 10-13