Hace años, un estudio analizó la relación entre la depresión juvenil y la cantidad de horas que dormían los jóvenes por noche. Después de leerlo, una joven comentó los resultados: «Parece que nunca sé cuándo parar; me presiono tanto que termino enfermándome por el estrés y la falta de sueño». Luego dijo que quería saber cómo era administrar su tiempo para honrar a Dios. ¿Qué diferencia hay entre el esfuerzo excesivo y la productividad?

Estar ocupado no es garantía de rendimiento ni fidelidad, pero quizá pensemos que es lo más importante. En Lucas 10:41, Jesús le recuerda amablemente a Marta que ella estaba «afanada y turbada con muchas cosas», y que la elección de su hermana María de sentarse «a los pies de Jesús» (v. 39) —postura del discipulado— era lo mejor.

En nuestro deseo de servir a Cristo, ¿estamos haciendo demasiado, creyendo que nos notará más si lo hacemos? Colosenses 3:17 dice: «todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús». No dice que nos agotemos en su nombre. Y el Salmo 46:10 nos recuerda: «Estad quietos, y conoced que yo soy Dios».

Tomemos tiempo para frenar y pasar tiempo con Cristo. Solo entonces encontraremos verdadero «descanso para [nuestras] almas» (Mateo 11:29).

De:  Brent Hackett