Cuando ocurre un desastre en la vida de un amigo, es natural tratar de ofrecerle consuelo. Pero ¿alguna vez siente usted que ha dicho algo incorrecto? A veces, las expresiones de consuelo crean aún más dolor. Por ejemplo, un “lo entiendo” puede sonar vacío si realmente usted no ha experimentado una situación comparable.
Sin embargo, la mayoría de nosotros anhelamos sentirnos comprendidos. Y eso ayuda conocer a otras personas que han enfrentado circunstancias similares (2 Co 1.3, 4). El pasaje de hoy nos asegura que Cristo nos comprende de verdad, ya que experimentó luchas como las nuestras.
En el pasaje de hoy, el escritor de Hebreos se refiere a Jesucristo como nuestro sumo sacerdote. El sacerdote, el puente del pueblo judío hacia Dios, ofrecía sacrificios por los pecados de la nación. Cristo no solo asumió este papel, sino que también se convirtió en el sacrificio cuando murió en la cruz. Al hacerlo y morir en nuestro lugar, el Señor soportó un gran sufrimiento por nosotros. Ahora está sentado a la diestra del Padre celestial e intercede a nuestro favor. Además, entiende nuestro dolor y debilidad. Aunque era plenamente Dios, también era plenamente humano y enfrentó las mismas tentaciones, necesidades y heridas que nosotros experimentamos.
Biblia en un año: MATEO 5-7