Hay un mensaje sencillo de Dios que se repite una y otra vez a lo largo de la Biblia: Él se deleita mucho más en nuestros esfuerzos por acercarnos a Él, que en cualquier regalo que podamos darle. Dios anhela relacionarse con nosotros, por lo que buscarlo expresa nuestro amor mejor que las palabras.
Es un gran privilegio conocer a Dios, y el primer paso de esta bendición es recibir su regalo de vida nueva por medio de Cristo. Nuestro pecado creó un abismo entre nosotros y Dios, pero el Señor Jesús, nuestro mediador, cubrió esa brecha, eliminando la separación. Por medio de su muerte en la cruz, hizo posible que nos convirtiéramos en hijos de Dios (Ga 4.4, 5). Por tanto, es imposible conocer al Padre celestial sin conocer a Cristo. Y además, cuando confiamos en Cristo, también llegamos a conocer al Espíritu Santo de Dios, quien viene a vivir dentro de nosotros de manera permanente para guiarnos, enseñarnos y consolarnos.
Para aprovechar aún más el privilegio que el Señor nos ha dado, el de conocer al Padre, debemos interesarnos en lo que le interesa. Si analizamos su manera de hacer las cosas, entenderemos lo que considera importante. ¡Qué bendición es compartir el corazón de Dios por el mundo y estar involucrados cada día en lo que está haciendo a nuestro alrededor!
BIBLIA EN UN AÑO: 2 SAMUEL 4-6