En la película El espía inglés, el personaje principal, Greville, se enfrenta a una difícil decisión. Se entera de que un amigo será detenido y encarcelado. Él puede salvarse del mismo destino si huye del país y niega su relación con su amigo. Movido a compasión, Greville no se va y es encarcelado, y sufre la misma agonía que su amigo. Ninguno de los dos traiciona al otro. Al final, Greville es liberado como un hombre roto, pero fiel y leal.

Noemí necesitaba alguien así. Cuando su esposo y sus hijos murieron, se enfrentó a la indigencia y a un largo viaje a su tierra natal. Noemí le dijo a Rut, su nuera viuda, que se quedara en Moab y buscara una nueva vida (Rut 1:8-9). Rut respondió: «No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo» (v. 16). Rut acompañó lealmente a Noemí a una tierra extranjera y ayudó a mantener a su familia. Su fidelidad transformó su desgarrada familia en un legado increíble. Más adelante, su bisnieto David se convertiría en rey de Israel; un hombre conforme al corazón de Dios.

Afrontar el sufrimiento con los demás puede ser abrumador. Pero si buscamos la fuerza de Dios, Él nos capacita para amar a las personas de formas extraordinarias. En su poder, podemos decir: «Dondequiera que tú fueres, iré yo».

De: Karen Pimpo