Mientras estudiaba en la Universidad Estatal de Florida, Charlie Ward competía en dos deportes. En 1993, el joven mariscal de campo ganó el trofeo Heisman como mejor jugador de fútbol americano universitario del país, y también se destacó en el baloncesto.
Un día, durante una charla previa a un partido, el entrenador de baloncesto dijo unas palabrotas. Como vio que Charlie estaba incómodo, preguntó: «¿Qué pasa, Charlie?». Y Ward contestó: «Entrenador, el entrenador Bowden [del equipo de fútbol] no usa esa clase de lenguaje y consigue que juguemos de la mejor manera».
Al reflejar el carácter de Cristo, Charlie pudo hablarle amablemente a su entrenador sobre ese asunto. Es más, el entrenador le dijo a un periodista sobre esa conversación: «Es casi como si un ángel te estuviera mirando».
Una buena reputación ante los incrédulos y un testimonio fiel para Cristo son difíciles de mantener. Pero los creyentes pueden volverse más parecidos a Él con su ayuda y guía. En Tito 2, a los jóvenes —y a todos los creyentes— se los llama a ser «prudentes» (v. 6) y a mostrar «integridad, […] palabra sana e irreprochable» (vv. 7-8).
Al vivir así, no solo honraremos a Cristo, sino que también desarrollaremos una gran reputación. Entonces, las personas tendrán una razón para oír lo que decimos.