Cuando era periodista, me encantaba contar historias de otras personas, pero me entrenaron para no dar mis opiniones. Por eso, años después de que Dios me llamara a dejar esa profesión y me guiaba a escribir un blog y hablar de Él, me ponía un poco nerviosa compartir mis sentimientos; en especial, sobre mi fe. Pero, semana tras semana, descubrí palabras y pensamientos alentadores para transmitir. Cuanto más escribía, más ideas fluían. Y lo mismo sucede hasta ahora.
He sido testigo de cómo Dios me ha llenado de más gozo e inspiración al volcar mis dones y talentos para servir a otros.
En 2 Reyes, leemos sobre una viuda que le pidió ayuda al profeta Eliseo. El acreedor de su esposo muerto quería apropiarse de sus dos hijos. Lo único que ella tenía en su casa era una pequeña vasija de aceite. El profeta le indicó que juntara vasijas vacías de sus vecinos y las llenara de aceite: «ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite» (4:5). La mujer continuó haciéndolo hasta que todos los recipientes estuvieron milagrosamente llenos. Así, pudo pagar las deudas de su familia con el aceite.
Dios es fiel y siempre provee. Nos ha bendecido con dones, talentos y recursos para ser una bendición a otros. No los ocultemos ni desestimemos, sino usémoslos para su gloria.
De: Nancy Gavilanes