Phillips Brooks escribió la letra del preciado villancico Oh, aldehuela de Belén después de visitar ese lugar. Tan conmovido con su experiencia, les escribió a sus alumnos de escuela dominical: «Recuerdo […] la Nochebuena, parado en la antigua iglesia de Belén, cerca del lugar donde Jesús nació, cuando hora tras hora se escuchaban espléndidos himnos de alabanza a Dios, cómo una y otra vez me parecía oír voces […] que se contaban unas a otras sobre la “noche maravillosa” del nacimiento del Salvador».
En 1868, Brooks plasmó sus pensamientos en un poema, y el organista de su iglesia le puso música. La canción transmitía paz ante las consecuencias inquietantes de la Guerra Civil Estadounidense: «Oh, aldehuela de Belén […]. Calladamente Dios nos da su incomparable don; así también impartirá sus bendiciones hoy».
Mateo escribió sobre el nacimiento de nuestro Salvador en Belén en el capítulo 2 de su Evangelio. Cuando «vinieron del oriente […] unos magos» (v. 1) y siguieron la estrella a Belén (ver Miqueas 5:2), «se regocijaron» al encontrar a Jesús (Mateo 2:10).
Hoy, al celebrar la Epifanía, también necesitamos la gloriosa noticia del nacimiento de nuestro Salvador. Como nos recuerda el himno: «en nuestras almas nace hoy, limpiando todo mal». En Él, encontramos paz.
De: Alyson Kieda