«Puro ánimo». Esto dijo J. R. R. Tolkien para describir el apoyo que su amigo y colega C. L. Lewis le brindó mientras él escribía la épica trilogía El señor de los anillos. El trabajo de Tolkien había sido meticuloso y exigente, y había escrito a máquina más de dos veces los extensos manuscritos. Cuando se los envió a Lewis, este respondió: «Todos los largos años que invertiste en esto valieron la pena».

Quizá quien más se destacó en las Escrituras por dar ánimo fue José, de Chipre; más conocido como Bernabé (que significa «Hijo de consolación»), el nombre que le pusieron los apóstoles (Hechos 4:36). Fue él quien abogó por Pablo ante ellos (9:27). Más tarde, cuando los gentiles empezaron a poner su fe en Jesús, Lucas nos dice que Bernabé «se regocijó y animaba a todos para que con corazón firme permanecieran fieles al Señor» (11:23 lbla). Lo describe como «varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe»; y que gracias a él: «una gran multitud fue agregada al Señor» (v. 24).

El valor de las palabras de ánimo es inconmensurable. Cuando brindamos palabras de fe y amor a otros, Dios puede moverse a través de lo que compartimos, para transformar la vida de alguien para siempre. ¡Que Él nos ayude a dar «puro ánimo» a alguien hoy!

De:  James Banks