Pescado crudo y agua de lluvia. Un marinero australiano sobrevivió con solo estas provisiones durante tres meses. Abandonado en una isla a casi 2.000 kilómetros del continente, ya perdía las esperanzas. Pero entonces, la tripulación de un barco pesquero vio el bote y lo rescató. Más tarde, el delgado y curtido hombre declaró: «Al capitán y la empresa de pesca que salvaron mi vida, ¡estoy tan agradecido!».
Este hombre dio gracias después de su terrible experiencia, pero el profeta Daniel reveló un corazón agradecido antes, durante y después de una crisis. Exiliado a Babilonia con otros judíos (Daniel 1:1-6), había sido ascendido en autoridad solo para ser amenazado por otros líderes que querían verlo muerto (6:1-7). Sus enemigos consiguieron que el rey firmara un edicto que declaraba que quien orara a «cualquier dios» sería «echado en el foso de los leones» (v. 7). ¿Qué haría Daniel, un hombre que amaba y servía al único Dios verdadero? «Se arrodillaba […], y daba gracias delante de su Dios» (v. 10). Dio gracias, y Dios lo recompensó salvándole la vida y honrándolo (vv. 26-28).
Que Dios nos ayude a «[dar] gracias en todo» (1 Tesalonicenses 5:18). Ya sea que estemos en una crisis o acabemos de salir de ella, la gratitud honra a Dios y ayuda a mantener a flote nuestra fe.
De: Tom Felten