Brad se mudó a otra ciudad y, de inmediato, encontró una iglesia donde asistir. Fue a las reuniones durante unas semanas, y luego, un domingo habló con el pastor sobre su deseo de servir como fuera necesario. Dijo: «Solo quiero “tomar la escoba”». Empezó acomodando las sillas y limpiando los baños. Tiempo después, la congregación descubrió que el don de Brad era la enseñanza, pero él estaba dispuesto a hacer lo que fuera.
Jesús les enseñó a dos de sus discípulos, Jacobo y Juan, y a la madre de ellos, una lección sobre el servicio. Ella pidió que sus hijos tuvieran un lugar de honor a cada lado de Cristo cuando Él viniera en su reino (Mateo 20:20-21). Los otros discípulos la oyeron y se enojaron. ¿Acaso querían ellos esos lugares? Jesús les dijo que ejercer la autoridad sobre otros no era la forma de vivir (vv. 25-26), sino que lo más importante era el servicio: «el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor» (v. 26).
Las palabras de Brad, «tomar la escoba», son una imagen práctica de lo que cada de uno de nosotros puede hacer en la comunidad y en la iglesia para servir a Cristo. Así explicó él la pasión de su vida: «Quiero servir para la gloria de Dios, para el bien del mundo y para mi propio gozo». ¿Cómo «tomaremos la escoba» nosotros?
De: Anne Cetas