Las Sagradas Escrituras pintan un panorama sombrío de la humanidad apartada del Señor: muertos en nuestros pecados, bajo la ira de Dios y sujeta a la separación eterna de Él (Ef 2.1-3). A través de la cruz, se nos da una segunda oportunidad para relacionarnos con el Señor. Cuando confiamos en Cristo, Él derrama su amor incondicional y su gracia sobre nosotros.
Por gracia, hemos sido justificados por la fe. La justificación es una declaración de Dios de que no somos culpables ante sus ojos. En la salvación, Cristo murió en la cruz y nos rescató del castigo por nuestras transgresiones. Toda nuestra desobediencia, pasada, presente y futura, está plenamente perdonada.
Somos perdonados por medio de una fe genuina en Jesucristo, al reconocer el juicio de Dios de que somos pecadores que necesitamos un Salvador porque no podemos salvarnos a nosotros mismos. La verdadera fe se basa en la creencia de que la muerte de Cristo borró nuestros pecados, Dios aceptó el sacrificio de su Hijo a nuestro favor y somos perdonados. La gracia nos da paz con Dios. Gracias a que hemos confiado en Cristo, hemos sido adoptados en la familia del Padre celestial (Jn 1.12, 13).
Por gracia, se nos ha ofrecido un nuevo comienzo. Aprovechemos esta oportunidad y busquemos a Dios de todo corazón.
Biblia en un año: LUCAS 2-3