Ayer leímos sobre cómo Dios redujo el ejército de Gedeón de 32.000 hombres a solo 300 antes de una batalla importante. Veamos qué sucedió después.
Naturalmente, Gedeón se encontraba ansioso. Estaba a punto de atacar un campamento enemigo de más de 130.000 soldados entrenados, con solo un puñado de hombres. Por bondad, Dios le dio a Gedeón un poco de aliento permitiéndole escuchar a escondidas a un soldado enemigo que contaba un sueño aterrador: ¡una visión de la victoria israelita! (Jue 7.13, 14). Dios usó ese incidente para demostrar su sensibilidad a los sentimientos y temores de un hombre. Y Él todavía actúa de esa manera hoy.
Considere el poder de las palabras de aliento de un amigo. Piense en lo significativo de recibir una bendición inesperada justo en el momento más oscuro. Reflexione sobre el impacto de leer un versículo cuando más lo necesita. Estas no son “casualidades”, son edificadores de confianza de parte de Dios. Él ve sus dudas y toma medidas para debilitar su control sobre usted.
Nuestro desafío es recordar los momentos en el pasado en que Dios nos ha alentado. Apoyándonos en la evidencia de su fidelidad, podemos enfrentar el futuro con valentía, sabiendo que no estamos solos.
Biblia en un año: MATEO 19-21