La plantación contenía un secreto; algo oculto. Para festejar sus 50 años de casados, Lee Wilson apartó 82 hectáreas de su tierra para producir el quizá más grandioso regalo floral para su esposa. En secreto, plantó semillas de girasol que, finalmente, brotaron hasta ser 1.2 millones de flores doradas, las favoritas de ella. Cuando las coronas amarillas se irguieron, Renee quedó atónita y maravillada con el hermoso acto de amor de Lee.

Hablándole al pueblo de Judá a través del profeta Isaías, Dios les compartió un secreto: aunque ahora no podían verlo, después de juzgarlos por su infidelidad a Él (Isaías 3:1-4:1), un día nuevo y dorado despuntaría: «En aquel tiempo el renuevo del Señor será para hermosura y gloria, y el fruto de la tierra para grandeza y honra, a los sobrevivientes de Israel» (4:2). Sí, experimentarían la devastación y el exilio a manos de Babilonia, pero un hermoso «renuevo» —un nuevo brote— aparecería luego. Un remanente de su pueblo apartado («santo», v. 3), lavado (v. 4), y amorosamente guiado y protegido por Él (vv. 5-6).

Nuestros días pueden parecer oscuros, y oculto el cumplimiento de las promesas de Dios. Pero aferrados a Él por la fe, un día, todas sus «preciosas y grandísimas promesas» se cumplirán (2 Pedro 1:4). Un día nuevo y hermoso aguarda.

De: Tom Felten