Durante un semestre, en la universidad, estudié los escritos de Shakespeare. El manual gigante que los contenía, requerido por el curso, pesaba varios kilos, y tenía que acarrearlo durante horas, lo cual me afectó la espalda y, finalmente, ¡rompió un pasador de mi mochila!

Algunas cosas son simplemente muy pesadas para que las transportemos. Por ejemplo, la carga emocional de heridas del pasado puede agobiarnos con amargura y odio. Pero Dios quiere que tengamos libertad al perdonar a las personas y, cuando sea posible, nos reconciliemos con ellas (Colosenses 3:13). Cuanto más profundo es el dolor, más tiempo puede llevar. Está bien. A Esaú le llevó muchos años perdonar a Jacob por robarle su primogenitura y su bendición (Génesis 27:36).

Cuando ambos finalmente se volvieron a ver, Esaú bondadosamente perdonó a su hermano e incluso «le abrazó» (33:4). No cruzaron ni una palabra antes de romper en llanto. Con el tiempo, Esaú dejó ir el enojo que lo había hecho considerar el asesinato (27:41). Y en los años que habían pasado, Jacob pudo ver la magnitud del daño hecho a su hermano, y fue humilde y respetuoso en el reencuentro (33:8-11).

Llegaron a un punto en que ninguno requirió nada del otro (vv. 9, 15). Bastó con perdonar y ser perdonado, y liberarse de la carga del pasado.

De: Jennifer Benson Schuldt