La bola baja en Times Square, en Nueva York. Sydney estalla con fuegos artificiales. Anya que sea la manera de indicarlo donde vives, hay algo emocionado en la llegada de un nuevo año y lo que este implica. Hoy nos lanzamos a aguas desconocidas. ¿Qué amistades y oportunidades encontraremos?
No obstante, un nuevo año también puede ser inquietante. Nadie sabe las tormentas que pueda traer. Tradiciones de Año Nuevo reflejan cosas como estas: los fuegos artificiales fueron inventados en China para espantar espíritus malos y traer prosperidad en la nueva etapa; y las resoluciones de Año Nuevo se remontan a los babilonios, quienes hacían votos para apaciguar a los dioses. Todo en un intento de sentir seguridad ante un futuro desconocido.
Cuando esos mismos babilonios conquistaron Israel, Dios envió este mensaje a los judíos esclavizados: «No temas […]. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo» (Isaías 43:1-2). Tiempo después, Jesús dijo algo similar a sus discípulos en medio de una feroz tormenta: «¿Por qué teméis […]? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza» (Mateo 8:23-27).
Hoy nos lanzamos a aguas desconocidas, pero sea lo que sea que enfrentemos, Dios está con nosotros y tiene poder para calmar las aguas.
De: Sheridan Voysey