Todos queremos sentirnos seguros y protegidos. Pero siempre que basamos nuestra sensación de seguridad en las cosas de este mundo, podemos esperar sentirnos decepcionados. Por eso es tan importante recordar nuestro futuro eterno.
¿No es maravilloso saber que los creyentes tenemos una herencia que no puede ser robada? Se nos dio cuando pusimos nuestra esperanza en Jesucristo y nunca nos será quitada porque está reservada y protegida para nosotros en el cielo. Algún día, cuando veamos al Señor Jesús cara a cara, recibiremos y disfrutaremos por siempre la plenitud de nuestra herencia.
Pero ¿sabía usted que cada día que vivimos en esta Tierra tenemos la oportunidad de acumular esa herencia invirtiendo en las cosas que Dios valora? De eso estaba hablando Cristo cuando dijo: “Haceos tesoros en el cielo” (Mt 6.20). Al vivir con rectitud y obedecer a Dios, estamos aumentando el tesoro que nos espera.
¿Se preocupa usted más por las inversiones en esta vida que por las riquezas eternas? Es muy fácil permitir que las exigencias y responsabilidades diarias eclipsen la importancia de crear prosperidad eterna. Tómese un tiempo cada día para reenfocar su mente y su corazón. Entonces comience a acumular riqueza de valor duradero.
Biblia en un año: DANIEL 3-4