Es fácil concentrarnos tanto en alguien o algo que somos incapaces de escuchar al Señor. En esos momentos, uno de los métodos más efectivos de Dios para llamar nuestra atención es a través de las desilusiones (Pr 19.20).
La desilusión es una de las maneras en que el Señor le habló a la nación de Israel. En Números 13, dirigía a su pueblo a la tierra prometida. Sin embargo, el temor a los habitantes invadió tanto sus corazones que se negaron a entrar. Como resultado, Dios dijo: “No verán la tierra de la cual juré a sus padres” (Nm 14.23), mientras que la siguiente generación tuvo que esperar 40 años.
El aplazamiento fue tan desalentador que decidieron cambiar de opinión. Sin embargo, ya era demasiado tarde. En ese momento, ¿cree usted que Dios captó su atención? Por supuesto. La próxima vez que Dios diera una orden a los israelitas, ¿no imagina que escucharían con un poco más de atención?
Dudamos en creer que nuestro amoroso Padre pueda ser responsable de nuestras frustraciones. Pero Dios está perfectamente dispuesto a usar las desilusiones para realinear nuestros pensamientos y planes con los suyos. Piense en las dificultades que ha enfrentado en su propia vida, y si el Señor pudiera haber estado tratando de decirle algo en medio de ellas.
Biblia en un año: EZEQUIEL 29-31