Incluso cuando la leyenda de la música country, Johnny Cash, estaba por morir, decidió seguir haciendo música. Su último álbum, American vi: Ain’t No Grave [Americano vi: No hay tumba], se grabó meses antes de su muerte. El título de la canción, la versión de Cash de un himno de Claude Ely, transmite sus últimos pensamientos, y lo oímos cantar de su esperanza en la resurrección. Su famosa voz grave, aunque debilitada por su salud en deterioro, da un poderoso testimonio de fe.

La esperanza de Johnny no estaba solo en la realidad de que Jesús había resucitado el domingo de Pascua, sino que también creía que su propio cuerpo físico un día resucitaría.

Es importante afirmar esta verdad porque, aun en la época del apóstol Pablo, algunos negaban una futura resurrección física. Pablo criticó firmemente ese argumento, cuando escribió: «Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe» (1 Corintios 15:13-14).

Tal como la tumba no pudo retener el cuerpo de Jesús, un día, todos los que tienen fe en que Él resucitó «serán vivificados» (v. 22). Y en nuestros cuerpos resucitados, disfrutaremos toda la eternidad con Él. ¡Qué gran motivo para cantar!

De: Lisa M. Samra