El conductor de un autobús escolar se desmayó al volante, y el vehículo, cargado con sesenta alumnos, iba descontrolado. Dillon Reeves, alumno de séptimo grado, corrió a la parte delantera del autobús y pisó el freno. Mientras la mayoría de los estudiantes estaban distraídos con sus teléfonos, Dillon —que no tenía teléfono— reaccionó. Permanecer alerta y no distraerse lo ayudó a salvar la vida de todos los que iban a bordo, incluido el conductor.
Josué tuvo que dar un paso al frente con valentía después de que su líder, Moisés, ya no estuvo «en el asiento del conductor», dirigiendo al pueblo de Israel. Dios le dijo: «Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate» (Josué 1:2). Además, le ordenó: «esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley […]; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra» (v. 7). Dios le estaba diciendo a Josué que no se distrajera y que mantuviera sus ojos en las instrucciones que Él le había dado, meditando en ellas «de día y de noche» (v. 8).
Podemos distraernos con pantallas y otras cosas que nos hacen apartar los ojos de Dios y de la sabiduría de las Escrituras (2 Timoteo 3:16-17). En cambio, si nos mantenemos alerta poniendo «los ojos en Jesús» (Hebreos 12:2), podremos actuar cuando Dios nos llame.
De: Tom Felten