En Suecia, hay un concepto que se conoce como döstädning, que significa literalmente «limpieza de la muerte». La idea es que, a medida que envejecemos, debemos dejar de acumular «cosas» y empezar a deshacernos del desorden que acumulamos durante la vida. Esta limpieza es en realidad un regalo de amor para hijos y amigos, porque les simplifica la dura tarea de revisar todo lo que uno deja.

Como creyentes en Jesús, a cierta edad pensamos en nuestro legado: lo que sobrevive a nosotros. Esto suele enmarcarse en términos de dinero, herencia o donaciones, pero sería útil observar a Jesús en sus últimas horas con sus discípulos: «A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; mas me seguirás después» (Juan 13:36). En dos versículos (vv. 34-35), usa cuatro veces formas de la palabra amor: su legado era el amor. Les dijo: «como yo os he amado, que también os améis unos a otros» (v. 34).

Podría ser bueno hacer un poco de esa «limpieza de la muerte» en nuestra vida, quitando lo innecesario para dejar solo las cosas más importantes. Pero no se trata de cosas ni de dinero. El mayor legado que puedes dejar es tu amor a Jesús. El mejor regalo de todos es que te recuerden como alguien que amó a Jesús. Esto le da un nuevo significado a la frase «lo que dejó».

De: Kenneth Petersen